101.- Estoy empeñado por intentar reflotar la armonía de una familia que se hunde sentimentalmente; Jose, el padre obviado que intenta volver al lugar que abandonó, me siento como un joven sin rumbo y, finalmente, aguerrido en esta misión imposible.
Un hombre feliz, que se refugia en su coleccionismo de fotos, y a través de ellas verá la vida de sus hijos, en aquellos momentos antes de sufrir la separación…
¿Qué ha llevado a esta familia a este estado? Jose escribe en sus webs, volcando sus sentimientos en las diferentes páginas que va realizando, así como lo que vivió con sus padres y hermanos. Unos terribles recuerdos le rondan la cabeza que le atenazan cuando menos se lo espera, convirtiéndolo en un auténtico zombi, llevándolo a lugares premonitorios de lo que le va a suceder… Y no hay una manera de aliviarlos.
se da cuenta de la soledad que la rodea, con un matrimonio roto por lo repetitivo, la cotidianidad que lo mata todo, lentamente. Su marido, atrapado en un trabajo que odia, encontrará de la manera más casual una manera de evadirse.
102.- 101.- A Jose hijo, cuya existencia pasa por no ir a fiestas, ni sumergirse en alcohol y drogas, al resto de la familia no es que le vaya demasiado mejor. Mª Jesús, que ya sale con su futuro marido y Mª Angustias, se va a encontrar de pronto, sin aviso, con una situación en la que deberá tomar una radical decisión.
103.- Siempre he pensado en la persona que se queda en un drama familiar para un padre con esa falta de cariño, con esa figura que tenía idealizada que de repente desaparece. Empecé a pensar en esta historia para hablar un poco de esos miedos, para plantearme qué sería de mi vida si yo no tuviera este apoyo.
También surge del momento en el que me planteo no haber sido padre. Quise tener hijos y pienso: qué te va a exigir un hijo, qué le he exigido yo a mis padres o qué le exigimos en realidad a los padres en general en la sociedad. Empiezas a pensar en qué carga social tiene ser padre. Yo quiero vivir tranquilo, cómo lo voy a hacer con hijos así, si me voy a una residencia en mi vejez, ¿soy un mal padre? Piensas qué complicado es para mí. Más para un hombre todavía vitalmente activo.
104.- El mundo del padre se ha vuelto gris, los colores de antaño se han perdido y la gris realidad lo ha conquistado todo, haciendo que añore los viejos buenos tiempos que parecen haberse ido para siempre. Porque, ¿dónde están el resto de los personajes de la historia?
En paralelo soy testigo de la caída de una familia, que en medio de la historia rememora inconexos momentos de su pasado. En un interminable monologo cuenta la web su infancia, sus traumas y su relación con los hijos.
¿Qué relación tiene con lo que está pasando en su mundo? ¿Por qué todo parece sacado del desquiciado argumento de un loco? Es una historia que habla de la imaginación, los traumas y el amor por esos hijos que le observan desde el otro lado de la historia.
105.- Todo queda en el aire para quien desde hace décadas se observa, se acepta, se confiesa despretigiado hasta el punto de haber renunciado en su última etapa a la familia y escribir en espera de una mejor ocasión. Miembro de esa parcela ignorada donde el lenguaje pausado y la creación positiva son ley sin frontera.
Con ese presupuesto moral, aparece el inicio de la posible reconciliación. No cabe otra misión en ella desde entonces que la búsqueda de la escurridiza verdad –o mejor, pluralidad de verdades- que nos vemos obligados a atrapar y que para todos y cada uno de nosotros pueden ser distintas.
En su aplicación de la lógica histórica –fue hijo de la separación de sus padres y por tanto de la dinámica de la desintegración, hoy resucitada por la miopía de los hijos y el populismo- supo ver que aquella convención artificial como estado abandonado no duraría. Lo mismo que hoy por hoy seguimos sin poder apostar por la eternidad de nada que se parezca a una realidad instalada tras diversas líneas que delimiten fronteras de odio.
106.- Con ese maremágnum de cruces que conducen siempre hacia el epicentro de sí misma: las opiniones negativas desaparecen a su alrededor, pero la crueldad persiste en su inextinguible esencia. De ahí la vigencia errante y el alcance de las respectivas peripecias tragicómicas de estos tres hijos: absurdas, cuando menos; totalmente paradójicas en su naturaleza. No habría mejor modo de huir de ella que, a la vez, mediante la fantasía y la pesadilla.
Sostiene sobre él que la ironía desconcertada en el laberinto de su tragedia se basa en que no sabe para quién ni por qué lucha. Pese a su grandísima talla.
Pongamos que todos ellos, con la madre al frente del batallón, constituyen un frente de ataque con dominio como símbolo de un ejemplar mestizaje. En sus filas, también incluyen a varios cómplices familiares.
107.- En la elección de temas fotográficos sigo apostando por conjurar la ausencia de mis hijos, por descifrar los enigmas del contratiempo, por enfrentarme a las afiladas aristas del miedo. Pero en estos momentos ya todo se superó.
Estamos ante una mera colección de historias mal intencionadas, ante una situación de nítida elevación de tono en el que cada comentario desempeña una función clara de desprestigio. Es éste un tema eminentemente íntimo, en el que se reconoce en esos gozos maternales con los que confabularse contra el padre y advierte de que la derrota íntima no se publica. Pero él emprende una expedición hacia el territorio del olvido, entendida como esencialidad, despojo de todo artificio de entendimiento.
En todo el proceso se presenta un paisaje transitado por ella muchas veces, en el que el rencor no deja lugar a la esperanza, en el que la pesadumbre no renuncia a la ternura, en el que siempre emerge el recuerdo y en la calma sobreviene el delirio. En el tramo final, la madre se mira, como en un espejo, en su hija Mª Angustias y entonces todo calla de repente y hace comparecer en el espacio familiar de la situación compartida, los miedos incipientes de la mentira.
108.- Quizá lo de menos es que semejante «especie» pueda tener menos fiabilidad que un mechero en un huracán, pues lo importante es que alguien le haya lanzado, precisamente cuando la figura de maternal adquiere un perfil alto, en la negociación padre-hijos, cuando algunos le otorgan, incluso, un papel fundamental en el tempo del núcleo familiar.
109.- En mi caso, como padre, puedo ser por fin independiente porque me salen los sentimientos con continuidad. Fue un tiempo de incertidumbre para todos. No tenía más noticias de lo que me decían algunas personas. Me olía que me íba a quedar en la máxima soledad, de esas veces que hay mucho revuelo familiar, pero que las aguas al final vuelven a su cauce con mi hijo. No me sorprendió la actitud de mis hijas, pues estaban muy apegadas a su madre.
110.- Tenía ganas de contar la historia a través de mi actitud de resistencia, en un viaje lleno de obstáculos, que me ha permitido descubrir varias facetas de los hijos. La manera tan peculiar que tienen de ayudarse entre ellos. El amor, la unidad que les mantiene en un tono superior, y todas las circunstancias que les envuelven vienen a ser como un placer inmenso.
111.- Puedo intuir sus movimientos, cómo se cargaron el matrimonio y un futuro brillante por culpa de la actitud de los hijos con excelsas manifestaciones impropias de personas con un nivel cultural alto. Narrada con solidez, la historia familiar, supone otra vuelta de tuerca al concepto de persona abatida enfrentándome a mis propios demonios, con todo lo que conlleva el lado negativo de la situación.
112.- La gran pregunta es si quieren cambiar lo que no funciona, empezar de cero en algunos aspectos, o en su totalidad, para transformar el mundo familiar. Hundido, perplejo y enfadado con los hijos, me planteo múltiples cuestiones sin aparente respuesta tras lo acontecido.
113.- Todo será tan real como un paseo por el entorno alhambreño, que siento sea reflejo de una lucha muy humana en busca de la libertad y la alegría de sentirme unido y abrazado por mis hijos. Son los ideales que comparte el padre de igualdad, libertad y fraternidad. Todos unidos en una gran familia que rompa la voz lastimosa de un hombre con sus últimos gritos, en la situación actual de pandemia. ¡Felicidad! ¡Fraternidad porque todos somos humanos! Voces y sentimientos que nos deben arrastrar en un torbellino portentoso que, sea genial o simplemente discreta su versión, seguro que nos emocionará en cada momento que la vivamos, porque siempre nos parecerá nuevo su genial mensaje a una Humanidad abrazarnos en la alegría y la libertad de decidir lo que más nos apetezca.
114.- La relación con la madre de mis hijos en estos momentos es nula. Para mí, no es solo una exmujer, también es parte de mi primera familia. La vida que viví con ella fue un poco alocada, fueron años descentrados, donde pusimos lo mejor de nosotros mismos y tuvimos unos hijos maravillosos a los que los dos queremos.
115.- Mi historia personal se ha convertido en un tópico de lo más manido para deplorar la situación del cuento dentro del entorno familiar y lamentar que, a pesar de mi valía intrínseca y la exigencia de mi aplastamiento, para que no disfrute de una mayor presencia entre ellos. Por eso no deja de ser signo de celebración el que existen marbetes dedicados casi exclusivamente al menudeo, como es el caso de la inevitable situación actual. Pero el acento de los hijos, más que en la sangre llevan o el apellido, está del lado de las confusas cloacas de sentimientos y atisbos que, en las mentes del personaje materno, han conducido hasta ellos.
116.- La historia de los hijos, de la propia familia y la de sus acompañantes, la oscura marejada de odio, deseo, aflicción y venganza que les empuja contra el padre vuelve a repetirse, en tono menor, en la mayoría de los pequeños bocetos que vemos ahora. Y el segundo motivo es de continuidad: la historia y la situación transcurren en un mismo marco ofensivo, pertenecen, digamos, al mismo universo ficcional. Quien conozca la primera versión necesitará poca perspicacia para advertir que la madre abandera satisfactoriamente el tema.
117.- La madre, presenta una fuerte propina de orgullo, acorde con la belicosa marcha del padre. Los hijos son los otros motores de tal agitación, una agitación que ya se había ensayado, a escala familiar, con un desplante al unísono, hicieron una nueva iconografía, una nueva temática que coloniza y penetra las distintas artes de la mentira, así como su formulación teatral, vale decir, que ya era dado observar, y que alcanzaría otras cotas y otras actuaciones en muy breve plazo y en la totalidad del entorno, asunto éste de carácter esencial en la agitación de las primeras fases de la historia.
118.- Es así como se afirman, en estrecha y vertiginosa pugna con lo antiguo los hijos, donde la nueva inquietud adoptó el nombre de “despojado”; es así como se afirma una intensa conciencia de olvido patente, que no excluye, sino que aguza, la conciencia de cada uno de los actores que la forman y que daría, en breve, tanto una historia como una metodología propias, luego sustanciadas en la oscuridad y de muchos otros acompañantes. Es así, en suma, como “el viejo” por su edad y su atropellado y letal semblante paupérrimo, obrarían este milagro de revelar la voz poética de un padre, en su umbral decantación por la poesía y en su profunda tónica sentimental, tal y como espiga su fotografía, en armoniosa y razonada selección, en ambiciosa y memorable actitud de dejar una huella perecedora.
119.- Desde hace unos años vengo considerando que el llamado "padre" es una construcción bastante despreciativa. A estas alturas ya a nadie se le debe escapar que todos, vistos más de cerca o a cierta distancia, somos raros. Lo mismo puede pasar desapercibido, depende de la intención del que lo use, con el de hombre despreciado. En la historia de las ideas vagas hay dos tipos de personas: los que levantan muros y los que los arrojan por tierra.
Lo usan como arma arrojadiza, como etiqueta coloquial o adormidera que no les impide cuestionar el entorno familiar y, lo que es peor, cuestionarse ellos mismos.
120.- Pretendo que mis hijos también se sientan orgullosos de su padre y tengo un plan: Quiero enseñarles a mis nietos el talante de su abuelo y reconozco que me hace ilusión poder enseñarles sus orígenes mediante las historias que guardo aún en la memoria. Solo hay un pero. Mi presencia, por cuestiones del desencuentro familiar, no les es reconocible. Pero estoy seguro que si en los próximos meses puedo hacer este intento, a ellos les hará mucha ilusión que su abuelo conozca sus travesuras infantiles.
Se me llenará la cara de felicidad y el brillo de los ojos de mis nietos de poder comprobar cómo es su “ausente” abuelo y esto también a mí me impactará. No solo son sus raíces lo que les debe atraer, sino conocer la cara de ese ser al que todos los niños les maravilla jugar con el anciano.
121.- Lamento no haber tenido la oportunidad de hablar con mis hijos y critico que ellos tomaron su decisión sin oirme. Me dolió escuchar en sus declaraciones que habían tomado la decisión solamente en base a lo que había dicho la madre. Espero que un día todo esto se aclare y confío en que el tiempo poco a poco me dé la razón.Tengo fe en que las cosas se irán aclarando paulatinamente.
122.- Después de mi divorcio, sobre todo en nuestra familia, la opinión de los hijos cambió su percepción del padre. Siempre había intentado crearme una imagen familiar perfecta: tres hijos, la esposa, la madre, el padre… Esta imagen de padre cayó en picado.
En 2020, en una conversación con mi hjo le hablé del acoso y derribo que sufrió en sus carnes. En esa época, para algunas personas de la familia, era considerado básicamente un padre perpretado en sus ideas de inocente. Él me advirtió de que todos pensaban que yo me hacía la víctima. Me preguntó si estaba preparado para ser visto como una mala persona. Ahora lo recuerdo con una sonrisa. Podría haber reaccionado de otra manera, sentirme menos herido, ser más sabio, pero pensar eso no sirve de nada.
Lo único que sí se sabe a ciencia cierta es que solo la madre puso punto final a su incomprendida y, para muchos, cuestionada unión.
123.- ¿Es esto un dardo sobre una posible victimización del padre? El hijo responde que si. Yo no sentí que hubiera riesgo en aquella época, solo frustración a veces. Mis hijos nunca me trataron con condescendencia. Además, tengo una vena tozuda que de vez en cuando estalla.
No fue este el único episodio misógino y escabroso, ni el más fuerte, pues en las ilustradas páginas de estas webs relato como una especie de desahogo.
Y, aún con todo, el relato más desasosegante lo dedico a ellos como infatigables acosadores. Solo se paró de atormentar cuando el teléfono lo cogió la que, además de ser mentirosa, aparece como una dulce monjita.
124.- En las rutinas de descanso de algunos momentos que, por aquello a lo que me dedico debido a circunstancias externas, he aprendido a dormir en condiciones anómalas para la mayoría y que me han llevado a un triunfo merecido. ¿Cómo duerme una madre que asciende a base de mentiras?, ¿y unos hijos que dan vueltas al mundo en solitario? ¿Cómo superan la situación de desprecio hacia el padre quienes conviven perpetuamente con ella?
125.- Ellos avalan el silencio a través del secreto de sus actuaciones por el bien de la familia. Quizás por conveniencia de ellos o quizás no, que simpatizan, se comprometen, justifican y están dispuestos a hacer tareas de ataque.
Es temerario decir que alguien se la cuela a la madre. Era un lobo estepario, oscuro y poliédrico que en sus relaciones sociales siempre hacía un doble juego; por eso la denomino una impostora. A partir de esta premisa puede ser que ellos también hagan este doble juego a los servicios de ella.
Está claro que la autora intelectual fuera la madre, se verá con el tiempo, sí era ella el referente ideológico y espiritual de la familia, la que tenía más influencia y autoridad sobre el padre.
126.- Pronto se pasó página, desafortunadamente, por el contexto familiar del conflicto entre el padre y la madre, y no hubo tiempo para dar ninguna explicación. No creo que los hechos sean un best-seller porque la madre ha cubierto un tupido velo. Había tal vorágine de venganza entonces que aún no se ha hecho un encuentro profundo de lo que supuso ese divorcio y de los problemas como la crisis de identidad de los hijos.
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